Jueves II
Lo del fusil era un encargo. Ella es demasiado bonita para esto. A la rubia se lo pedí yo porque sabía que Habermas le haría un buen precio y sobre todo porque podría llevárselo antes de que yo reuniera todo el dinero. Luego supe que una vez apoyado en la contraventana abierta de su estudio a ella le tentó la idea de quedárselo; creo que fue cuando Arturo se largó con la señorita aquella. Si, lo del fusil se me...
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